Archivo mensual: septiembre 2011

Nada personal

Si algún día me estás esperando durante media hora en alguna parte, no es nada personal. La gente se empeña en enfadarse por la impuntualidad, y yo entiendo que esperar es un coñazo –a veces soy la amiga rápida-, pero lo de cabrearse es absurdo… Todo el mundo sabe que uno es puntual o impuntual de serie.

Aquí van mis explicaciones a quienes me hayan tenido que esperar alguna vez. No tengo una única excusa para llegar tarde, lo siento, yo tengo un motivo para ser impuntual dependiendo de cada momento del día.

Ejemplo real. Hora: 7 de la mañana. Enemigo contra el que luchar: la cama. Ah, la cama. No conozco sensación más dulce y placentera que la de notar perfectamente el calor de la sábana justo en las zonas donde tu cuerpo ha estado haciendo peso durante los últimos minutos (quizá horas) de sueño, cando tu cara está literalmente hundida en la almohada –se admite la babilla-, y el pelo no te deja ver bien qué pasa a tu alrededor. Es ahí cuando se me hace físicamente imposible moverme para coger las gafas y levantarme. Me gusta, es más, disfruto siendo consciente de mi condición de peso muerto en la cama; aunque sufra (poco) por el hecho de saber que se me van los minutos. Quiero seguir tumbada. Dejadme en paz.

Cuando ya me doy cuenta de que corro el riesgo de que me despidan, si he conseguido no dormirme mientras decido si merece la pena el finiquito en aras de un día de pijama y tele, me levanto con desgana. Y sé que llego tarde, pero no pienso ducharme más rápido de lo habitual. Luego hago ejercicio corriendo escaleras arriba en el metro. Supongo que mi jefa entendería mis retrasos si le explico todo esto, y también comprendería  por qué aparezco siempre congestionada y jadeando. No es que me cueste el simple hecho de caminar, no soy una americana obesa, es que vengo corriendo porque ME GUSTA MI CAMA.

Siguiente situación: la tarde. Hemos quedado a tomar algo y no llego en hora. Si vengo de trabajar, simplemente me he liado haciendo lo que no me ha dado tiempo por la mañana. Pero si estoy en casa hay dos nuevos enemigos: Internet y el sofá. El primero, porque puedo estar horas sin saber muy bien cómo se me han pasado los minutos, el segundo porque, como la cama, es demasiado cómodo y apetecible como para ponerme de pie a tiempo y arreglarme según lo previsto. Todo para que no me tengas que esperar, no te fastidia.

Y, por último, si llego tarde por la noche es porque soy chica y soy bastante común: tardo mucho, mucho, mucho en arreglarme. No, no me hago nada especial. Ni siquiera me peino. Pero desde aquí hago una advertencia que creo que todas me agradeceréis…

HOMBRES DEL MUNDO: hay días en los que nos vemos feas.  Y, en serio, no luchéis: lo único que podéis hacer es cabrear más.

-“¿Qué tal estoy con esto?” -“Bien, joder, que llegamos tarde.» -“Me dices eso para irnos ya; espera, que me cambio corriendo, ésta es la buena” …“¿Y ahora? ¿Cómo me ves?” -“No sé, me gustaba más lo otro.» -“Eres imbécil, voy perfecta así; venga vamos”… “Ay, viéndome  en el espejo del ascensor… aysssss, si es que tienes razón. Espérame abajo que ahora mismito vengo.”

Es así. A lo mejor hay un día que tenías pensado ponerte un modelito que has llevado con éxito otras 30 veces, y justo esa noche te ves mal. Vosotros no lo entendéis, pero puede pasar. Igual que hay días en los que te ves más de negro que de tonos  claros, y justo ese vestido oscuro que te iría perfecto no lo tienes planchado, y bueno da igual, porque hoy también te sientes hinchada y total, para que tengas que meter todo el rato tripa, pues no, que luego estás incómoda. Aunque qué tontería, si ese vestido sin estar morena queda fatal. Ay qué boba…

Y no os creáis que todo es el modelito principal –entiéndase como vestido o conjunto de falda/pantalón y parte superior-. No… hay mucho más. ¿Sujetador que no se me transparente y que si se me ven los tirantes no sea horrible? Viendo el escote, ¿pelo suelto o recogido? ¿Más o menos maquillaje? ¿Zapato plano o tacón? ¿Hace ya tiempo de medias? ¿Estoy demasiado blanca para enseñar pierna? ¿Bolso grande o pequeño? ¿Pendientes o collar? ¿Pulseras o anillos? ¿Todo a la vez? ¿Chaqueta que quede bien? ¿Cazadora por si hace frío? ¿O  mejor sólo un foulard? ¿Dónde estará el monedero pequeño, que no me cabe la cartera? ¿Llevo todo: dinero, llaves, móvil… cámara, chicles, pañuelos, eyeliner, brillo o pintalabios? Terror: ¿BRILLO O PINTALABIOS?

Sí, amigos. Ser mujer es una mierda más allá de los anuncios de compresas, y por eso llegamos tarde. Gracias por vuestra comprensión.

PD: A mi favor diré que, mientras el rango de impuntualidad de las dos últimas situaciones es de 20 a 30 minutos, el de por las mañana es sólo de 5 a 10.