Desenvolvías el dulce con mucho cuidado, como si todos tus esfuerzos se concentrasen en no romper el papel dorado. De vez en cuando te atrevías a levantar la vista, pero tenías que bajarla en seguida, cuando tus ojos encontraban los suyos, tan impactantes; te imponían demasiado.
Mantenías el hilo de la conversación como podías, sin abandonar tu tarea de arrancar el envoltorio. No era nada fácil. Su proximidad hacía que te temblase el pulso, y sus palabras que tuvieras que pensar a un ritmo frenético qué contestarle para no quedar mal.
Por fin, hizo alguna broma, ya ni recuerdas cuál; sonreíste achinando los ojos y te llevaste el bombón a la boca, despacio, muy despacio, y sosteniéndole por primera vez la mirada… Entonces tembló él.
Siempre has tenido una boca bonita; y lo sabes.
Oh! 
Blanca, si por casualidad este relato habla de tí que sepas que sería canibalismo!!!
Aclaración para torpes: un bombón que se come a otra bombón–>canibalismo 😉
Me has dejado sin palabras… sin respiración. Tu comentario es más tierno que todos mis relatillos ñoños juntos.
(L) Besos varios
PD: No habla de mí, no XD
Yo soy de los torpes, Ana.
Wow! What a marvellous story!
Un beso.
Sólo una cosa que decir: «Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyy»
Besos dulces
Pequeño momento magico… me encantaaa!!!
Un besitooo
Gracias a los tres. Me anima que me pelotéeis jajaja 🙂
mientras lo leia solo podia pensar en aquella mañana del viaje de fin de curso 😉 esos labios si que eran seductores!!
bueno bueno… que se me hinchara el labio por culpa del sol fue un desastre sin precedentes que NO debe ser recordado… aunque haya fotos