Soy de letras

No sé con cuánta frecuencia leerás un libro, ni siquiera sé si has leído uno en toda tu vida. Yo sí lo he hecho, algunos dirían que muchos, otros que pocos… No me importa, la verdad; lo único que sé con certeza es que hay libros que me aburren, que se me hacen largos, que hay otros que me entretienen, y que otros pasan por mi vida sin hacer ruido. Pero existen libros que cuando los cojo, no los suelto en horas. Es inevitable, superior a mí.

No tienen por qué ser libros especialmente buenos. Hoy lo he estado pensando, y, por lo general, los libros que me enganchan son aquellos que narran historias sencillas, con personajes que tienen un carácter bien definido, pero sin significados extraños u ocultos. Y todo por una razón muy sencilla: me he dado cuenta de que puedo llegar a adoptar el estado de ánimo del personaje con el que esté pasando las noches (suelo leer en la cama). ¡Es verdad! Obviamente eso no me pasa con los libros aburridos que te tienes que leer por obligación, o con los que te terminas por ser una cuestión personal, porque ya que te has leído 100 páginas de ese bodrio, lo acabas… No, con esos no. Pero, ¡ay si me engancha una comedia!: de buen humor, por lo menos, el rato que sigue a la lectura (también leo de día, no tengo por qué quedarme con una sonrisa sólo cuando me voy a dormir). Lo malo de esto es como me guste un libro un poco más dramático: con cara larga hasta que algo me hace volver a la realidad -y con días como hoy, que estoy pocha en casa…-.

Es lo que me está pasando ahora con un libro que me tiene fascinada; no es especialmente genial y algún compañero de periodismo pensará «pffff, en esta carrera y leyendo eso, mientras yo estoy con… Hemingway» (yo qué se lo que leerá ese bicho repelente). Hablo de ¿Hay alguien ahí fuera? de Marian Keyes. Si eres chica, probablemente conozcas a esta escritora (www.mariankeyes.com) que publica columnas irónicas en EEUU, y éste del que hablo es su decimosexto libro -en España ha publicado menos-.

Keyes escribe este nuevo tipo de novela que tiene enganchadas a millones de mujeres alrededor del mundo. Esta afición empezó probablemente con la serie Sexo en NY (de la que ya hablaré otro día), basada en otra novela, y que se convirtió en una de las primeras series casi exclusiva para mujeres -digo casi porque seguro que algún chico la ve, y fijo que muchos estaban enganchadísimos y no lo reconocen-. Esta serie no sólo trataba sarcásticamente los problemas de cuatro mujeres treintañeras -y neoyorquinas, es decir, la leche-, sino que, además, su personaje principal (Carrie Bradshow) era una periodista que escribía una columna una vez a la semana con el mismo tono que la serie (de hecho, el argumento de cada capítulo giraba en torno a sus artículos). Pero lo más fascinante de todo, y seguro que coincides conmigo, es que esa columnilla, con la que se lo pasaba genial y se recorría todas las discotecas chic de la city, le daba para vivir en un buen apartamento en pleno Manhattan y comprarse sandalias de Manolo Blahnik y bolsos de Gucci(si no tienes ni idea del tema busca en internet cuánto cuestan esos complementos).

El caso es que desde hace unos años (¿o sólo meses y se me hace a mí eterno?) nuestras librerías y colecciones de kioskos se han visto asediadas de libros con colores chillones y títulos tontos que consiguen meterte en la vida de otras mujeres; unas más glamourosas y otras menos, pero siempre interesantes. Libros que, no siendo los mejores del mundo, consiguen lo que a mí me parece el objetivo primordial de un libro hoy en día: entretener.

No sólo está Marian Keyes -por ejemplo, seguro que te suena la película El diablo se viste de Prada, basada en el libro de Lauren Weisberger que lleva el mismo título-, pero me apetecía hablar de ella por conseguir que sienta tanta empatía por Anna (la protagonista de ¿Hay alguien ahí fuera?), y por poder enganchar tan bien con su agilidad e imaginación -hablo también por más gente que sé que la sigue, no es que me pague su editorial-.

En fin, aún a riesgo de volver a ser criticada por alguien más chulo y erudito que yo -que ya es decir-, tengo que confesar que este post refleja las ganas que tengo de que me llegue un día la inspiración (¿cuándo, Dios mío?)  y pueda escribir un best seller que gane el Nobel… por lo menos. Me da igual de qué trate el libro, sólo sé que quiero enganchar como esta mujer y, bueno, vale, lo digo: forrarme; pero todo por amor al arte, ¿eh?

Esperaré leyendo…